Hablamos con el escritor cartagenero Efraim Medina Reyes sobre Los infieles Vol. 1.
Los infieles. Vol 1 Acto de pudor.
Foto: Editorial Seix Barral.
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Por:
CARLOS POLO 01 de agosto 2017
En el 2001 se publicó
Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, de Proyecto Editorial (hoy
Babilonia), una novela generacional que de inmediato se convirtió en un
extraño objeto de culto. Fue la primera novela de Efraim Medina Reyes
(Cartagena, 1967). Antes, en 1995, había ganado el Premio Nacional de
Literatura con el libro de relatos Cinema árbol, un puñado de cuentos
que fueron muy bien recibidos por los lectores y que revistas
especializadas de literatura como El Malpensante y Puesto de Combate
acogieron con elogiosas críticas.
En el 2003 inició una
serie de publicaciones con la editorial Planeta que le otorgaron mayor
notoriedad y reconocimiento: Técnicas de masturbación entre Batman y
Robin (novela), Sexualidad de la Pantera Rosa (novela), Pistoleros/Putas
y Dementes (poemas) y Cinema árbol (relatos). Corría el año 2006 y
Medina Reyes se había convertido en un innegable referente de la
literatura colombiana y quizá en el único escritor de su generación que
lograba tener éxito en Europa. Justo en ese momento de efervescencia
creativa y atención mediática, el entonces llamado l’enfant terrible de
las letras colombianas decidió sumergirse en el silencio. No solo dejó
el país para establecerse en Italia, sino que no volvió a publicar
libros. Seis años más tarde, en el 2012, Medina Reyes llamó otra vez la
atención de crítica y lectores con la novela Lo que todavía no sabes del
pez hielo (considerada por muchos su obra maestra). Se pensó que había
iniciado otra temporada de publicaciones sistemáticas, pero en vez de
eso el cartagenero desapareció una vez más de las novedades editoriales
hasta este 2017 en que, sin previo aviso, ha llegado a las librerías su
séptimo libro: Los Infieles Vol. 1 Acto de Pudor. Una novela que, como
indica su título, es la primera de una saga. Este capítulo relata la
historia de un profesor de filosofía que está en un hospital con una
bala en el cerebro intentando sobrevivir y haciendo al mismo tiempo un
balance de su vida. A propósito de sus silencios y regresos, conversamos
con Medina.
En más de una década usted ha publicado solo dos novelas, ¿por qué?Dos novelas, dos líneas, dos palabras… ¿Qué importancia tiene el tiempo al escribir? Ninguna. Soy un artista, no una foca.Mi interés por el deporte es nulo. No quiero llegar a ninguna parte o romper un maldito récord. Escribo y punto. Una palabra o mil me parecen igual de excesivas. Es un dolor siempre, una mierda todo esto. Repito: Soy un artista y soy único, pretendo comunicar algo y sé que los imbéciles publican un libro por año, ¿sabe por qué? Porque no tienen que escribirlo. Y los celebro a ellos, los quiero con el alma. Y me celebro a mí, me quiero con el alma. No hay conflicto alguno.
¿No le preocupaba el olvido?
El olvido debe ser una aspiración, no un temor.
En más de una década usted ha publicado solo dos novelas, ¿por qué?Dos novelas, dos líneas, dos palabras… ¿Qué importancia tiene el tiempo al escribir? Ninguna. Soy un artista, no una foca.Mi interés por el deporte es nulo. No quiero llegar a ninguna parte o romper un maldito récord. Escribo y punto. Una palabra o mil me parecen igual de excesivas. Es un dolor siempre, una mierda todo esto. Repito: Soy un artista y soy único, pretendo comunicar algo y sé que los imbéciles publican un libro por año, ¿sabe por qué? Porque no tienen que escribirlo. Y los celebro a ellos, los quiero con el alma. Y me celebro a mí, me quiero con el alma. No hay conflicto alguno.
¿No le preocupaba el olvido?
El olvido debe ser una aspiración, no un temor.
¿Cuál es la génesis de 'Los infieles'?
Surgió de una reunión con mis editores, ellos me propusieron escribir un ensayo para publicarlo como preludio de La mejor cosa que nunca tendrás, el lado B de Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, que era la novela que debía entregar. Sin embargo, al llegar a casa, el pequeño ensayo terminó convirtiéndose en Los Infieles Vol. 1 Acto de pudor.
Además de 'La mejor cosa que nunca tendrás', que usted prometió hace años, también está pendiente 'Bluesman/songs&stories', del que incluso leí algunos fragmentos en su página de Facebook. ¿Piensa publicarlos algún día?
Tengo toda la intención, pero sigo mi propio ritmo…
¿Qué es ser infiel para usted?
Para concebir tal acción debería antes aceptar que existe la posibilidad real o imaginaria de ser fiel y mi estupidez no llega a tanto. Hemos convertido un lugar común en un evento extraordinario. Si lo miramos, por ejemplo, en el ámbito sentimental, parecería que la máxima preocupación de las personas son los genitales de sus parejas. Es algo tan obsesivo que ante la mínima sospecha de “traición genital” se llega al crimen. Miles de mujeres son asesinadas cada año por sus maridos o exmaridos por este motivo.
¿Qué pueden esperar sus lectores de 'Los infieles'? ¿Con qué se van a encontrar?
Estoy satisfecho con el libro, creo haber logrado transmitir cierto tipo de experiencia vital e intelectual que puede resultar importante para cualquier tipo de persona. Es un libro bello, cálido, emocional, un libro que abre un diálogo, y mi corazón y sentido de la amistad están en él.
En tus libros siempre hay elementos autobiográficos, ¿en 'Los infieles' qué tanto toma de su vida y de su realidad? ¿O es solo ficción?
En mis libros tomo de mi vida mucho y nada; no tengo conciencia al escribir de mí mismo. En realidad, parto siempre de sensaciones y jamás de hechos. Los infieles iba a ser un ensayo de pocas líneas y de repente pensé en Deleuze y en lo mucho que conversaba sobre él con Édgar Gutiérrez (un amigo entrañable que murió hace menos de tres años en Cartagena) y sentí una profunda nostalgia. En ese estado emocional el texto fue mutando y de alguna manera se convirtió en un tributo a Édgar, a Deleuze y al insondable sortilegio de la amistad, que es mi única religión en este mundo. El libro es ficción, pero todas las sensaciones son reales.
¿Qué es la realidad para usted?
Es el modo como el poder nos impone la estupidez como forma de vida. Al aceptar la realidad nos convertimos en una cifra de esta y perdemos toda posibilidad de comunicarnos con cualquier otro ser humano, porque eso que llamamos “comunicarnos” son solo una serie mecánica de señales, códigos y signos que la llamada realidad nos obliga a repetir. En la llamada realidad no tenemos voz, somos el eco del eco del eco… Nacemos pequeñitos, vamos a la escuela, "mi mamá me ama", trabajamos, amamos porque otros lo han hecho, tenemos familia y al final morimos como perros. La llamada realidad es una celda inmunda repleta de muñones parlantes.
Surgió de una reunión con mis editores, ellos me propusieron escribir un ensayo para publicarlo como preludio de La mejor cosa que nunca tendrás, el lado B de Érase una vez el amor pero tuve que matarlo, que era la novela que debía entregar. Sin embargo, al llegar a casa, el pequeño ensayo terminó convirtiéndose en Los Infieles Vol. 1 Acto de pudor.
Además de 'La mejor cosa que nunca tendrás', que usted prometió hace años, también está pendiente 'Bluesman/songs&stories', del que incluso leí algunos fragmentos en su página de Facebook. ¿Piensa publicarlos algún día?
Tengo toda la intención, pero sigo mi propio ritmo…
¿Qué es ser infiel para usted?
Para concebir tal acción debería antes aceptar que existe la posibilidad real o imaginaria de ser fiel y mi estupidez no llega a tanto. Hemos convertido un lugar común en un evento extraordinario. Si lo miramos, por ejemplo, en el ámbito sentimental, parecería que la máxima preocupación de las personas son los genitales de sus parejas. Es algo tan obsesivo que ante la mínima sospecha de “traición genital” se llega al crimen. Miles de mujeres son asesinadas cada año por sus maridos o exmaridos por este motivo.
¿Qué pueden esperar sus lectores de 'Los infieles'? ¿Con qué se van a encontrar?
Estoy satisfecho con el libro, creo haber logrado transmitir cierto tipo de experiencia vital e intelectual que puede resultar importante para cualquier tipo de persona. Es un libro bello, cálido, emocional, un libro que abre un diálogo, y mi corazón y sentido de la amistad están en él.
En tus libros siempre hay elementos autobiográficos, ¿en 'Los infieles' qué tanto toma de su vida y de su realidad? ¿O es solo ficción?
En mis libros tomo de mi vida mucho y nada; no tengo conciencia al escribir de mí mismo. En realidad, parto siempre de sensaciones y jamás de hechos. Los infieles iba a ser un ensayo de pocas líneas y de repente pensé en Deleuze y en lo mucho que conversaba sobre él con Édgar Gutiérrez (un amigo entrañable que murió hace menos de tres años en Cartagena) y sentí una profunda nostalgia. En ese estado emocional el texto fue mutando y de alguna manera se convirtió en un tributo a Édgar, a Deleuze y al insondable sortilegio de la amistad, que es mi única religión en este mundo. El libro es ficción, pero todas las sensaciones son reales.
¿Qué es la realidad para usted?
Es el modo como el poder nos impone la estupidez como forma de vida. Al aceptar la realidad nos convertimos en una cifra de esta y perdemos toda posibilidad de comunicarnos con cualquier otro ser humano, porque eso que llamamos “comunicarnos” son solo una serie mecánica de señales, códigos y signos que la llamada realidad nos obliga a repetir. En la llamada realidad no tenemos voz, somos el eco del eco del eco… Nacemos pequeñitos, vamos a la escuela, "mi mamá me ama", trabajamos, amamos porque otros lo han hecho, tenemos familia y al final morimos como perros. La llamada realidad es una celda inmunda repleta de muñones parlantes.
¿Qué opina de quienes lo critican y qué mensaje les deja?
Creo que tienen razón, toda la razón, pero es lo único que tienen. Y el mensaje es que ellos también están invitados a la severa tonga del lanzamiento mundial de Los infieles. Será, como siempre, en La Cueva, en Barranquilla, junto a mi adorado compadre y hermano Heriberto Fiorillo. Habrá una gira nacional en septiembre e iré acompañado de mi 7 Torpes Band.
CARLOS POLO
Para CARRUSEL