Como jinetes desnudos en medio de la tormenta, marcharon los viejos mártires al compás del misterioso tritón y al poder eléctrico de su mágico carisma.
Cantaba Janis con furia sus alocadas vibraciones por las calles lunáticas de Frisco.
Esas ondas portentosas de su voz de whisky,
Janis, muñeca de trapo enmarañada, Huye en el veloz caballo metálico
aférrate a la espalda de Bop ese “Hell angels” domesticado y escupe el glamur de los cosméticos, ven, vuelve a sacudirnos con los truenos melódicos que habitaron tu garganta, linda niña adormilada, levanta la falda de tus redondos lentes oscuros y enséñanos tu alma.
Esta es la canción de los mártires y de todos los out siders.
Jimbo, niño rey, lagarto primitivo, sacude esa amapola ambarina que baila seductora en la jeringa, ya no eres más el supremo Chaman de la roca y la rueda. Borracho místico, danza en frenesí que la tribu aún te seguí.
Ya no hay más blues dolorosos en la encrucijada de la autopista vacía. “Vamos nena enciende mi fuego” Y vuelve al plomizo destello de tu noche sicodélica.
Jimmy regálanos esa risa que mojaba la hierba y sus hechizos, nos engañaste a todos con tus cómplices ojos de mandrágora y esos pájaros de fuego disparados de tus cuerdas,
Jimmy hermano y dios, la guitarra nunca fue la misma después de tus rudos artificios.
Ahora que tus hermanos vieron retoñar otros Vietnam, alza tu clamor de flores, que se imponga ante la bala y el mortero y el dolor de tus canciones,
a ustedes, mis mártires de visita prematura a la boca infinita de la muerte, cuándo volverán de su retiro involuntario, a recordarles a estos autómatas súbditos de google, de que está hecho el verdadero espíritu del rock and roll.
Carlos Polo
farlospolo@hotmail.com
Carlos Polo
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