jueves, 29 de abril de 2010

“EL ATAQUE DE LOS SÚPERHÉROES”


Aparentemente es una noche tranquila y rutinaria, sin embargo la inquietud es general, los cuerpos intentan reposar luego de una jornada dura de aseo y volteo.
Dentro de escasos dos días juramos bandera. Por fin, se terminó la etapa de instrucción, toda la compañía va a tomar rumbos diferentes, algunos pasarán a la compañía de servicios, otros se convertirán en dragoneantes, otros, simplemente se quedarán en la fila, los especialistas pasarán a diferentes batallones. Todo nos va cambiar a después del día del juramento de bandera. La moral es que nos vamos de licencia, quince días fuera del batallón, quince días en nuestras casas, en nuestros hogares, una vez más nuestras cómodas habitaciones. La cercanía con la familia y los amigos que se dejaron hace ya más de tres meses, tres meses, en los que estuvimos totalmente acuartelados. Como les decía, la inquietud danza en el ambiente, como gatos excitados saltan nuestros pensamientos por el tejado. Espero con impaciencia la señal, que aún no llega, hoy, soy juez y verdugo, hoy, es la noche, hoy, es el ataque de los superhéroes. Es la noche de los justicieros.
Por fin termina el segundo turno de guardia, los diferentes centinelas se relevan, los minutos se vienen deslizando lentos, pasmosos, aguados. Observó cómo se levanta Aguaman, esto indica que ha llegado la hora y todo va andando tal como lo programamos, atraviesa el alojamiento como una sombra acuática silenciosa y acechante. Preparó mi instrumento de castigo, agarro la tabla que reposa al final de la cabecera, esta es la más dura, la más resistente, la más gruesa, la más poderosa, la acomodo al lado del catre, observo con mesurada paciencia el sueño libido de mis compañeros de alojamiento. Al otro lado una chispa de fuego me indica que el Incendiario también está listo. Veintitrés horas: el ataque de los superhéroes es inminente: Aguaman, Tablaman y el Incendiario se encuentran dispuestos a ejercer justicia como es debido, es hora de ajustar las cuentas, que tiemblen todos los culpables, porque esta noche los paladines de la justicia no descansan, tiemblen palomas, lambones, regalados, sapos de todo tipo e índole. Por cada gota de sudor gratis, por cada una de las volteadas inmerecidas, por cada error que pagó el pelotón injustamente, por cada trasnochada. Por mí y por todos mis lanzas, llegó el momento de ajusticiarlos, llegó el momento de aplicarles el rigor de la justicia, el ataque feroz de los superhéroes.
Cubro el cuerpo entero con una sábana y balanceo la tabla en mi brazo derecho, comienzo a sudar copiosamente, esperando el momento exacto de arrancar con la misión. Aguaman entra con un balde repleto sostenido en sus brazos, se detiene en la cornisa del tiempo. El Incendiario atraviesa los catres con el sigilo de un gato montés, cubierto con una sábana para mantener su identidad totalmente oculta, como es debido. Algunas cabezas se mueven, oliendo la carga dura que camina por el aire, ciertos cuerpos se desperezan estirándose, algunas pupilas abiertas se aguzan. Un extraño estado de alerta aletea sudoroso entre los leves ronquidos de los que duermen desprevenidos.
Minuto 00: el Incendiario enreda un poco de papel higiénico en los pies de Hoyos. Culpable, culpable de lambonería, palanqueo, lloriqueo y lo más grave, aventar a sus códigos con los comandantes. Un sapo de este calibre no merece otra justicia que la flama ardiente y purificadora del Incendiario, la chispa de fuego muerde con rapidez el papel que comienza a arder en cuestión de segundos enredado en los pies del condenado sapo.
Me acomodo justo al lado del catre de Ibarra: culpable, culpable por ser una condenada secretaría que ha evadido todos los volteos, las instrucciones más cabronas, la más duras trasnochadas, por haberme enviado a los condenados tres postes, por organizar los putos turnos de guardia, por salir de permiso con demasiada frecuencia, por haber remplazado el fusil por una berraca máquina de escribir. La secretaria duerme plácidamente, para colmo de mi éxtasis se encuentra boca abajo, como esperando complacientemente el azote de la justicia. Levanto el látigo con fuerza y energía.
El balde se bambolea en los brazos de Aguaman que observa rígido el ronquido potente de Porras, culpable, culpable de equivocarse con frecuencia en las instrucciones de orden cerrado, gimnasia básica con y sin armas, por lento, por todas las volteadas en su nombre, por las visitas a la guardia luego de las veintitrés horas gracias a alguna de sus incontables ineptitudes.
El grito desesperado de Hoyos completa el ciclo: <<¡Aaaaah, hjueputa! Me quemo, aaaah, me quemo, mi teniente, llamen a mi teniente. Aaaah. >>
Aguaman suelta con fuerza el contenido del balde sobre el cuerpo relajado y plácido de Porras, el soldado tontín salta del catre ofuscado con los ojos fuera de órbita, mira para todos lados mientras intenta quitar de su rostro los restos de agua que chorrean por su cara y por todo su cuerpo: <<¡Qué pasa! ¿Qué, qué pasa? Mi abuelita, mi abuelita, donde está mi abuelita. >>
Dejo caer con toda mi fuerza el rígido instrumento sobre el culo dormido de la secretaria, que en una tardía reacción interpone su brazo, el golpe seco produce un delicioso sonido que se hace acompañar con un doloroso lamento: <<¡Ay, ay, ay, ay! Mi brazo, mi brazo, mi brazo ¡Me partieron el brazo!>>
Tres capas fantasmas revolotean por el alojamiento evadiéndose entre las sombras, desapareciendo en la oscuridad. Entre llantos, carcajadas, gritos, lamentos, chiflidos vituperios, complicidad y sorpresa. Los superhéroes cumplen con éxito la primera de sus misiones.
El vozarrón de mi teniente Cristancho retumba en el alojamiento como un grito ahorcado por el sueño, su voz se aflauta y desafina: << ¡Qué se están creyendo conscriptos, aquí nadie todavía ha jurado bandera! ¿Qué es lo que pasa acá? ¡Centinelas, centinelas! ¿Cuál es la guachafita? ¡De pie el quinto pelotón! Vida pà hijueputa, como que se quieren quedar acá metidos y no piensan utilizar sus días de licencia cabrones ¡De pie grasosos! Aparatos de reproducir mierda ¡March a la plaza de armas! ¡March de acá!>> Hoyos, Ibarra y Porras se atropellan entre sus quejas y lamentos, intentando explicar la situación a mi teniente, que escucha visiblemente complacido, intentando disimular una maliciosa y cómplice sonrisa que se acomoda en su boca, dándonos el saludo como nuevos y verdaderos soldados. Pérez me dispara una mirada poblada de fuego que chispea en sus ojos, mientras Pelufo me arroja una sonrisa oceánica, mojada y profunda. Hoy, dimos una muestra gratuita de poder, ya sabemos como ajustar las cuentas entre nosotros. En escasos dos días, nos graduamos, por decirlo de alguna manera, el día del juramento de bandera es nuestro primer día como verdaderos soldados de la patria, de aquí para allá lo que venga ¡Normal, estamos en el glorioso!
Por: Carlos Polo
Cuento del libro ganador Concurso UIS 2009.

domingo, 28 de marzo de 2010

El potente rugido de un león que acaba de despertar

La banda León Bruno toma su nombre del seudónimo de un poeta, abuelo de Moncho, en la foto junto a Omar y Antonio Sánchez. Ellos lanzarán su nuevo trabajo titulado Vol.2, el 30 de abril en el marco del Programa de Promoción Musical de la Biblioteca Piloto del Caribe.
Foto: Nicolás Santodomingo
Por Carlos Polo
Pasaban los años noventa con su vértigo, como plato fuerte la escena musical del rock se encontraba bajo la monarquía absoluta de un género algo depresivo y disonante que la industria bautizó como Grunge, desde Seattle, la cuna de las bandas más representativas del movimiento, nos llegaban los impulsos melancoesquizoides y toda la rebeldía contenida de una generación que intentaba como muchas otras plantar sus opiniones, sus puntos de vista y sobre todo hacer valer y respetar su forma de ver el mundo.
De estas fuerzas se fue amamantando un cachorro que muy temprano enseñaría sus colmillos y despertaría con sus rugidos a toda una escena. Omar Sánchez afilaba las notas de su guitarra a la que poco a poco le fue sacando los filosos y emotivos sonidos con los que se daría a conocer en la escena este inquieto cachorro que se tropieza por las calles del barrio con Moncho Márceles un histrión natural, dotado de un instrumento vocal genéticamente acoplado para el rock and roll que guardaba entre pecho y espalda un ramillete de canciones con unas letras políticamente incómodas y seductoramente provocadoras.
Automáticamente la comprensión entre ambos y la buena vibra los motiva a pensar en serio en la formación de una banda. El ensamble fue sencillo, Antonio Sánchez, bajista dotado de un gran talento natural y una desenvoltura descarada que desemboca en un acople entre bajo y guitarra único y genuino, y esto no es sólo cuestión de sangre, aunque admitamos que ayuda, solo faltaba el complemento ideal, y ese aparecería encarnado en Álvaro Barbosa, baterista curtido conocido por su gran capacidad de improvisación y calidad con los tarros.
Todos estaban totalmente permeados por el rock alternativo, el argentino, los clásicos setenteros y los coloridos años ochenta; en el arranque del sueño ninguno alcanzó a imaginar que ese proyecto de banda llegaría a convertirse para muchos en la más influyente y representativa agrupación de la última década del rock que se fabrica en nuestra región Caribe.
Las letras que acompañan las punzantes notas abordan temas desde la sexualidad, el erotismo, hasta el grito desesperado del inconforme, letras bien elaboradas que por momentos beben el vaho poético de la noche y cantan el dolor del lunático.
La banda se pasea por diferentes festivales Rock al parque, Miche rock robándose laureles y premios, sobre todo aplausos y poco a poco la marca registrada de sus canciones y presentaciones se esparce de manera virulenta como pandemia por toda la ciudad, ganando adeptos y fanáticos que le siguen a todos lados como embrujados. Sus canciones se corean en bares, parches y festejos con el mismo sentimiento y cariño que cualquier clásico de Fito Páez, Nirvana, Draco, Charly, Perl Jam, Oasis, Sound Garden.
Fueron acumulando fans, y uno que otro detractor como es natural. Su música suena en la ciudad de punta a punta, desde Los Nogales hasta Malambo, sin olvidar los miles de adeptos que se ha venido ganando en toda la Región porque el poderoso rugido de la banda ha conquistado la capital y sus ecos también retumban dentro y fuera del país incluso ganando seguidores en algunos lugares de Europa. El Lp independiente Grandes éxitos se mueve de mano en mano, se baja, se copia, se compra, se piratea.
Radicados en la capital, donde su propuesta fue recibida con interés y entusiasmo, batallaron con el peso de sus sueños, sus propios egos y la enorme responsabilidad que significaba las grandes expectativas que el fenómeno había generado. Los coqueteos con productoras y casas disqueras que nunca se concretaron, cierta sobre exposición en los medios, nuevos galardones y el desgaste natural que sobrevino, terminó parando la banda, que se disuelve en el 2003 y con ello los sueños se congelan en un tiempo estimado de cinco años. La manada se desperdiga mientras cada cual arma toldo aparte y nacen propuestas como Rockcito (Moncho) Sicotrópico (los hermanos Sánchez y Barbosa) donde acumulan experiencia, se curten en otros ritmos, en otros giros de la vida, hasta que en el 2009 como era el deseo de sus más fervientes seguidores volvieron a juntar esfuerzos, ya sin Barbosa, que abandonó el barco para buscar su senda particular.
El rey de la selva volvió para reclamar su trono, los veteranos vuelven a gozar de las ya clásicas canciones y las nuevas generaciones comprueban por qué León Bruno es una especie de mito para muchos. Es mucha la tela que cortar, son muchas las preguntas en el aire, dejemos que sean los mismos muchachos de la banda los que se definan con sus propias palabras.
¿A qué se debió la ruptura y por qué duró tanto?
Es algo confuso pero te podríamos dar de mil razones, algunas entre las que figuran: la lichiguez, el destino, diferencias creativas, vicios varios, los arroyos, la soberbia, Isabella Santo Domingo, los cachacos, Uribe Vélez, el tedio, entre otros. La ruptura creemos que duró lo necesario.
¿Por qué volver?
Lo que pasa es que cuando formas una banda de rock sin mas móviles que la simple disposición para manifestar en forma colectiva y vehementemente una pasión, en este caso la música y las letras, ocurre un paroxismo, el cual no te podemos asegurar que suceda en la audiencia sino en nosotros mismos, y que como consecuencia trae que siempre se quiera volver a sentir eso. Volver, no por el reconocimiento local, no por los premios, no por la maldita plata, sí porque nos gusta la música. Queremos decir que es un acto egoísta.
¿Cómo manejan sus proyectos alternos?
Eso no tiene problema porque a León Bruno lo manejan por nosotros, y los proyectos alternos siguen como siempre, tenemos bastante tiempo de ocio, casi el 95% de nuestra existencia.
¿Cuál tiene mayor prioridad?
Si se llegase a dar un cruce de conciertos, se manejarían tres gradaciones mayormente, la primera es en cuál de los conciertos dan más trago, seguidamente si hay groupies adscritas al bar o antro en cuestión, y finalmente en cuál dan más trago.
¿León Bruno para rato?
Con esta pregunta nos obligas a recordarte que la muerte acecha, pero todo bien, que mientras tanto vamos a rockear o si lo prefieres podríamos citar al juglar sabanero que debió decir: “Hasta que San Juan agache el dedo”.
¿Qué pasó con Álvaro Barbosa, su distanciamiento es definitivo?
En este momento estamos recibiendo la ayuda de varios amigos no solo para los conciertos en vivo sino también en la grabación de nuestro segundo álbum, en los que la batería está siendo interpretada por Marlon Marañón y Jaime Alzate. También tocan Iván Barrera y El Zurdo. Analiza, puro prohombre local. Con Álvaro siempre va a haber una amistad, lo definitivo lo ignoramos y actualmente no tenemos noticia de él.
CP: Hubo cambio generacional, cambió el mundo, la industria, los gustos. ¿Cómo llegarles a los chicos de ahora, más inclinados a la fiesta, el baile y a la estética electro?
¡Dejad que los chicos lleguen al León! Eso no tiene por qué ser impuesto, ellos simplemente tratarán de satisfacer su necesidad, sus preferencias. Con la Internet hay un verdadero ejercicio democrático ya que el consumidor está expuesto a la ingente cantidad de propuestas musicales que le son brindadas, dándose las garantías para que cualquier banda pueda ser escuchada por cualquier desprevenido, que es ulteriormente lo que necesitamos porque la semilla, según la ley natural de probabilidades, en algún momento deberá tocar tierra fértil y el daño estará hecho. La industria musical como la conocíamos es un animal en peligro de extinción.
¿Cómo piensan mover su propuesta y hacerla rentable?
Alguna vez nos pusimos a pensar en rentabilidad y se paró la vaina cinco años. En este momento, como lo fue en nuestro génesis, pensamos sólo en el contenido, en usarla como medio de expresión, eso nos parece más importante que el destino de la industria o el dinero que podamos conseguir. Además, la música no se escucha menos cuando el modelo de venta falla.
¿Qué creen que falló la primera vez?, ¿por qué no se concretó el gran sueño?
El sueño era tocar y de pronto se nos olvidó, pero ya nos acordamos, pero de pronto se nos olvida otra vez, nadie sabe. Lo que concretamos fue una banda de rock.
Las segundas partes no son buenas, reza la frase de cajón. ¿Están dispuestos a desafiar la regla?
No te podemos asegurar siquiera que la primera lo fue, además El Padrino II estuvo monumental.
SE ACABÓ EL RECESO, VUELVEN A TOCAR
León Bruno se funda en 1997 en el garaje de un edificio del barrio Boston. De entrada el grupo despierta la curiosidad gracias a su sonido fuerte, duro, un extraño poder de seducción y convocatoria que radica en lo directo de su propuesta y en el encanto energético que sale de sus notas. Hay que ver el despliegue de poder que transmite la banda en vivo para experimentar el aluvión que sacude cada una de las fibras de estos muchachos y la pasión que los posee y que desbordan sin mucho esfuerzo, sólo con el motor indomable de un corazón de felino y las ganas de quien está en el lugar indicado, haciendo lo que más quiere en la vida, en este caso, música.
Por eso ahora, tras una ruptura de cinco años, vuelven a tocar.

martes, 16 de febrero de 2010

GANADOR CONCURSO NACIONAL DE LITERATURA CATEGORIA CUENTO UIS 2009


Carlos Polo, nació en Barranquilla. Ha publicado narrativa y poemas en libros como Polifonía de colores, Testamento de la barriada, así como artículos en El Heraldo y las revistas Flota la prosa, Puesto de combate, Huellas y en ediciones de Uninorte y de la Universidad del Magdalena. Recientemente publicó su primera novela “La suerte del perdedor”. En 2003 gano el VII Concurso de guiones y libretos, de la Universidad Autónoma del Caribe. De manera unánime, el Jurado de la quinta versión del Concurso Nacional de Libro de Cuentos UIS, integrado por los escritores Julio Alberto Paredes, Cristian Valencia y Roberto Rubiano, concedió el premio a la obra, que según el Jurado “ofrece una mirada irónica y arriesgada sobre el entorno militar a partir de una experiencia particular. El libro tiene un sostenido interés en todos los cuentos y una propuesta temática que se preocupa por las circunstancias de nuestro tiempo”.


El jueves 4 de marzo, Dirección Cultural, llevará a cabo la ceremonia de premiación, a las 4 de la tarde en el salón Hormiga de la Sede UIS Bucarica.



Carlos Polo: vivir se llamaba el juego


Por: J. J. Junieles

Carlos Polo pertenece a una generación de escritores barranquilleros que se destaca, entre otras cosas, por una declaración de intenciones común: expresarse mediante recursos diferentes a las convenciones creativas actuales. Mucho se logra con esa voluntad. Si las cosas que nos importan en el mundo cambian: el amor, la amistad, el dolor, el paso del tiempo, nuestra vida y la visión de la vida; entonces ¿por qué los medios que usamos para contar las cosas no deberían cambiar?
Hacen parte de esa búsqueda: John Better, Paul Britto, Franco Vitola, Robinson Quintero, y seguramente otros creadores –varias mujeres– que no tenemos la buena suerte de haber leído, pero que comparten los referentes vitales de la ciudad de Barranquilla y un mundo mediático (y real) que nos bombardea con todo tipo de información, a tal velocidad, que no da tiempo de discernir si lo que experimentamos es una realidad o una invención.
En su primera novela, La suerte del Perdedor (Editorial La iguana ciega, Barranquilla 2009), descubrimos el mundo interior de un narrador al que se le nota la calle, que atesora los golpes bajos recibidos. Mosaico de observaciones. Sarcasmo e ironía en diálogos reveladores. Sus páginas funcionan como un prisma que ilumina y dice que la realidad no es una moneda con sólo cara y cruz: ganar o perder. Nos dice que vivir es el nombre del juego. Que hay un abismo entre lo que se piensa y lo que se dice, pero no lo reconocemos. Que la vida es como los cigarros, empezamos fumándolos y terminamos mordiéndolos. Que hay gente que no está preparada para perder. Por eso perder es un arte urgente. Alguien pierde cuando ganamos, por eso ninguna felicidad es inocente. Aquí una entrevista con Carlos Polo.

-¿Cual es su primer recuerdo ?
-Me gustaría poder responder automáticamente que recuerdo mis primeras dichas, a mamá leyéndome un cuento por ejemplo, pero mis recuerdos más viejos se remontan a una época en que me la pasaba en un rincón acurrucado chupándome el dedo pulgar y halándome mi parte noble como un caucho, es raro pero creo que sin dudarlo es el recuerdo más antiguo que tengo, un niño taciturno metido en una especie de concha buscando un poco de seguridad y calidez en un rincón.

-“Lo que pensamos ha sido ya pensado, lo que sentimos es caótico, lo que somos es oscuro.” dice el austriaco Thomas Bernhard. Muchos creadores presienten que su escritura nace de una inconformidad con la realidad. De dónde viene lo que usted escribe.
-Bueno me interesa sentirme o mejor, jugar un poco a convertirme en testigo de mi tiempo, como una especie de historiador sin licencia. Se podría decir para simplificarlo todo que me nutro de mi realidad inmediata, pero está resulta una definición coja, de otra manera aun más pretenciosa quizás busco con mi trabajo ordenar un poco mi caos interior. En fin me interesa tomarme la vida en su peso, saborearla, retarla, sentir sus matices, luego pasarla por el tamiz literario donde juegan otro papel en otra medida la imaginación y un poco las emociones más fuertes, el miedo, la rabia, el placer, la felicidad, la inconformidad, la tristeza. De alguna forma me siento a veces como un coleccionista de emociones. Me identifico con los autores que narran en primera persona en tiempo presente y que se inspiraron en su propia vida como motor de arranque para armar su obra. Henry Miller contaba como antes de crear sus obras más reconocidas destruyó hojas y hojas, mamotreto tras mamotretos quemados o rotos antes de iluminarse y pensar que debía escribir sobre lo que más conocía, en su caso él mismo y ahí nacieron las obras más arriesgadas y seductoramente perturbadoras de su tiempo. Supongo que eso explica un poco de donde viene mi escritura, tengo una terrible necesidad de comunicarme, de gritar, la palabra es solo un medio.

-Nuestras madres caribes acostumbran decir: Todo mal tiene el bien amarrado en la cola. Algunos estrategas de guerra dicen que: Hay que perder batallas para ganar las guerras. En esta su primera novela: La suerte del perdedor, parecemos asistir a una filosofía de vida representada literariamente. En qué consiste esta forma de andar por el mundo.
-jajajajajaja, suena un poco a postura, a representación histriónica. Me resulta difícil tomarme tan enserio. Uno no es más que un conjunto de huesos, terminaciones nerviosas y símbolos. “Sé, que bebo, sé que fumo, sé que soy un inconsciente” jajajajajaja, la música puede explicarlo mejor que yo, me gusta pensar que soy un personaje persistente y testarudo, que la vida que me tocó en suerte, los amigos, el barrio, el mismo país forjaron mi modo de ver las cosas, de asumirme y mi actitud frente al mundo, para bien y para mal mis más arraigados complejos, los regaños duros de mi vieja, mis hermanos, todas las heridas, los desengaños, el desencanto, las carencias, las fijaciones, la búsqueda del respeto, mi condición de huérfano y mil cosas más complejas hicieron de mí este extraño sujeto enredado interesado por medios de expresión como la música, el baile, lo audiovisual y en últimas lo que más disfruto, la literatura como medio de expresión y catarsis liberadora.

-Su novela representa –entre otras cosas–, una incursión en los barrios de la ciudad de Barranquilla. Qué significado tiene la llamada cultura popular en su obra poética, cuentística y ahora novelística.
-Mucho, un porcentaje demasiado alto, hasta el momento todas mis atmosferas, o quizás un noventa por ciento de ellas están relacionadas con la cultura popular, el Caribe desde mi lente personal, el barrio, la esquina, el goce, la velocidad, el color y el folclor característico de este sector en especifico, una vez más pensemos musicalmente, "La noche me sirve de sabana" Calle trece y Ruben Blades atrapan algo de ese universo con el video clip la letra y la instrumentación de la canción "La perla" " La noche me sirve de sabana" tiene que ver con la identidad Caribe no solo en la dimensión de bello y el jolgorio a su vez la cosa mala como el aislamiento, padecer el centralismo desmedido, me gusta sentirme una criatura caribeña con su acaloramiento, el desparpajo, todas nuestras manías, yo he vivido toda mi vida en barrios populares, me siento más cómodo en la esquina que en un auditorio repleto de intelectuales con su investidura de sabios respetables, para mí la gran mayoría de estos personajes padecen del virus PAP, pretenciosos, arrogantes, pedantes. Hasta este momento lo popular juega un papel protagónico en mí. Propuesta pero hay que anotar que la creación es cambio, destruir y reconstruirse a lo mejor en algún momento me toque el tan cacareado reinventarse del que tanto se habla.

-A mediados del S XVIII, el autor de operas W. Gluck, emprendió la reforma de este género musical sobre la base de unir los modelos operísticos existentes en el momento y dotarlos de una nueva dimensión. Fusionó la ópera francesa con la italiana y gracias a ello nació la ópera tal y como ahora la conocemos. ¿Cuáles son los cambios que notas en la literatura colombiana producida por autores nuevos (no jóvenes) en los últimos diez años?
-Los cambios son palpables a medida que el país se despierta como tal y entra en lo global, tecnología, medios, toda esta revolución. Nuestras ciudades se reconocen más como ciudades reales y no como remedos tímidos, o pueblos grandes, los síntomas de las grandes urbes, explosión demográfica, crecimiento desmedido del asfalto, la violencia, todas las lacras de la urbe. De esta misma manera han cambiado los temas y las obsesiones de nuestros autores la literatura colombiana poco a poco se le fue quitando el tufo provincial, y entramos en una sobre exposición de los temas sicariales, las famosas prepagos, la literatura que se desprende de la cultura mafiosa, de lo cotidiano, la ciudad y sus cloacas como musas absolutas, las historias no son las mismas en nuestra narrativa actual cada vez se menciona menos la parroquia y ese romanticismo nostálgico del pueblo y el olor de la boñiga etc.
Hace más de una década que los autores vienen en un proceso de descubrimiento de estéticas mucho más personales experimentando con nuevas formas, fusionando herramientas y elementos de otros géneros, el mundo ha cambiado veloz y agitadamente así mismo las obsesiones del artista.

-Cómo le gustaría ser recordado.
-Ja, como una persona que se obsesionó con acercar más el arte y la palabra a la gente del común, como un democratizador, un renovador que pensó en todos y no solo en las pequeñas elites que siempre han monopolizado el conocimiento y el arte a su antojo y conveniencia.
Me interesa que me lea desde el oficinista promedio hasta el vendedor de tomates y para lograr eso hay que aterrizar el lenguaje, dejarse de tanta pirotecnia, menos artificio, jugar un poco con la riqueza de nuestro lenguaje popular.
Me gustaría que me asociaran con este revolcón, la literatura puede ser entretenida también y la pueden entender el obrero, el comerciante, el albañil es cuestión de dejar a un lado tanta idea preconcebida y tanto paradigma relacionado con la alta cultura y el bla bla bla bla del siglo ante pasado donde aún se encuentran matriculados muchos de los que manejan los hilos de la cultura en el país. desmedido del asfalto, la violencia, todas las lacras de la urbe. De esta misma manera han cambiado los temas y las obsesiones de nuestros autores la literatura colombiana poco a poco se le fue quitando el tufo provincial, y entramos en una sobre exposición de los temas sicariales, las famosas prepagos, la literatura que se desprende de la cultura mafiosa, de lo cotidiano, la ciudad y sus cloacas como musas absolutas, las historias no son las mismas en nuestra narrativa actual cada vez se menciona menos la parroquia y ese romanticismo nostálgico del pueblo y el olor de la boñiga etc.
Hace más de una década que los autores vienen en un proceso de descubrimiento de estéticas mucho más personales experimentando con nuevas formas, fusionando herramientas y elementos de otros géneros, el mundo ha cambiado veloz y agitadamente así mismo las obsesiones del artista.
-Cómo le gustaría ser recordado.
-Ja, como una persona que se obsesionó con acercar más el arte y la palabra a la gente del común, como un democratizador, un renovador que pensó en todos y no solo en las pequeñas elites que siempre han monopolizado el conocimiento y el arte a su antojo y conveniencia.
Me interesa que me lea desde el oficinista promedio hasta el vendedor de tomates y para lograr eso hay que aterrizar el lenguaje, dejarse de tanta pirotecnia, menos artificio, jugar un poco con la riqueza de nuestro lenguaje popular.
Me gustaría que me asociaran con este revolcón, la literatura puede ser entretenida también y la pueden entender el obrero, el comerciante, el albañil es cuestión de dejar a un lado tanta idea preconcebida y tanto paradigma relacionado con la alta cultura y el bla bla bla bla del siglo ante pasado donde aún se encuentran matriculados muchos de los que manejan los hilos de la cultura en el país.