La banda León Bruno toma su nombre del seudónimo de un poeta, abuelo de Moncho, en la foto junto a Omar y Antonio Sánchez. Ellos lanzarán su nuevo trabajo titulado Vol.2, el 30 de abril en el marco del Programa de Promoción Musical de la Biblioteca Piloto del Caribe.
Foto: Nicolás Santodomingo
Por Carlos Polo
Pasaban los años noventa con su vértigo, como plato fuerte la escena musical del rock se encontraba bajo la monarquía absoluta de un género algo depresivo y disonante que la industria bautizó como Grunge, desde Seattle, la cuna de las bandas más representativas del movimiento, nos llegaban los impulsos melancoesquizoides y toda la rebeldía contenida de una generación que intentaba como muchas otras plantar sus opiniones, sus puntos de vista y sobre todo hacer valer y respetar su forma de ver el mundo.
De estas fuerzas se fue amamantando un cachorro que muy temprano enseñaría sus colmillos y despertaría con sus rugidos a toda una escena. Omar Sánchez afilaba las notas de su guitarra a la que poco a poco le fue sacando los filosos y emotivos sonidos con los que se daría a conocer en la escena este inquieto cachorro que se tropieza por las calles del barrio con Moncho Márceles un histrión natural, dotado de un instrumento vocal genéticamente acoplado para el rock and roll que guardaba entre pecho y espalda un ramillete de canciones con unas letras políticamente incómodas y seductoramente provocadoras.
Automáticamente la comprensión entre ambos y la buena vibra los motiva a pensar en serio en la formación de una banda. El ensamble fue sencillo, Antonio Sánchez, bajista dotado de un gran talento natural y una desenvoltura descarada que desemboca en un acople entre bajo y guitarra único y genuino, y esto no es sólo cuestión de sangre, aunque admitamos que ayuda, solo faltaba el complemento ideal, y ese aparecería encarnado en Álvaro Barbosa, baterista curtido conocido por su gran capacidad de improvisación y calidad con los tarros.
Todos estaban totalmente permeados por el rock alternativo, el argentino, los clásicos setenteros y los coloridos años ochenta; en el arranque del sueño ninguno alcanzó a imaginar que ese proyecto de banda llegaría a convertirse para muchos en la más influyente y representativa agrupación de la última década del rock que se fabrica en nuestra región Caribe.
Las letras que acompañan las punzantes notas abordan temas desde la sexualidad, el erotismo, hasta el grito desesperado del inconforme, letras bien elaboradas que por momentos beben el vaho poético de la noche y cantan el dolor del lunático.
La banda se pasea por diferentes festivales Rock al parque, Miche rock robándose laureles y premios, sobre todo aplausos y poco a poco la marca registrada de sus canciones y presentaciones se esparce de manera virulenta como pandemia por toda la ciudad, ganando adeptos y fanáticos que le siguen a todos lados como embrujados. Sus canciones se corean en bares, parches y festejos con el mismo sentimiento y cariño que cualquier clásico de Fito Páez, Nirvana, Draco, Charly, Perl Jam, Oasis, Sound Garden.
Fueron acumulando fans, y uno que otro detractor como es natural. Su música suena en la ciudad de punta a punta, desde Los Nogales hasta Malambo, sin olvidar los miles de adeptos que se ha venido ganando en toda la Región porque el poderoso rugido de la banda ha conquistado la capital y sus ecos también retumban dentro y fuera del país incluso ganando seguidores en algunos lugares de Europa. El Lp independiente Grandes éxitos se mueve de mano en mano, se baja, se copia, se compra, se piratea.
Radicados en la capital, donde su propuesta fue recibida con interés y entusiasmo, batallaron con el peso de sus sueños, sus propios egos y la enorme responsabilidad que significaba las grandes expectativas que el fenómeno había generado. Los coqueteos con productoras y casas disqueras que nunca se concretaron, cierta sobre exposición en los medios, nuevos galardones y el desgaste natural que sobrevino, terminó parando la banda, que se disuelve en el 2003 y con ello los sueños se congelan en un tiempo estimado de cinco años. La manada se desperdiga mientras cada cual arma toldo aparte y nacen propuestas como Rockcito (Moncho) Sicotrópico (los hermanos Sánchez y Barbosa) donde acumulan experiencia, se curten en otros ritmos, en otros giros de la vida, hasta que en el 2009 como era el deseo de sus más fervientes seguidores volvieron a juntar esfuerzos, ya sin Barbosa, que abandonó el barco para buscar su senda particular.
El rey de la selva volvió para reclamar su trono, los veteranos vuelven a gozar de las ya clásicas canciones y las nuevas generaciones comprueban por qué León Bruno es una especie de mito para muchos. Es mucha la tela que cortar, son muchas las preguntas en el aire, dejemos que sean los mismos muchachos de la banda los que se definan con sus propias palabras.
¿A qué se debió la ruptura y por qué duró tanto?
Es algo confuso pero te podríamos dar de mil razones, algunas entre las que figuran: la lichiguez, el destino, diferencias creativas, vicios varios, los arroyos, la soberbia, Isabella Santo Domingo, los cachacos, Uribe Vélez, el tedio, entre otros. La ruptura creemos que duró lo necesario.
¿Por qué volver?
Lo que pasa es que cuando formas una banda de rock sin mas móviles que la simple disposición para manifestar en forma colectiva y vehementemente una pasión, en este caso la música y las letras, ocurre un paroxismo, el cual no te podemos asegurar que suceda en la audiencia sino en nosotros mismos, y que como consecuencia trae que siempre se quiera volver a sentir eso. Volver, no por el reconocimiento local, no por los premios, no por la maldita plata, sí porque nos gusta la música. Queremos decir que es un acto egoísta.
¿Cómo manejan sus proyectos alternos?
Eso no tiene problema porque a León Bruno lo manejan por nosotros, y los proyectos alternos siguen como siempre, tenemos bastante tiempo de ocio, casi el 95% de nuestra existencia.
¿Cuál tiene mayor prioridad?
Si se llegase a dar un cruce de conciertos, se manejarían tres gradaciones mayormente, la primera es en cuál de los conciertos dan más trago, seguidamente si hay groupies adscritas al bar o antro en cuestión, y finalmente en cuál dan más trago.
¿León Bruno para rato?
Con esta pregunta nos obligas a recordarte que la muerte acecha, pero todo bien, que mientras tanto vamos a rockear o si lo prefieres podríamos citar al juglar sabanero que debió decir: “Hasta que San Juan agache el dedo”.
¿Qué pasó con Álvaro Barbosa, su distanciamiento es definitivo?
En este momento estamos recibiendo la ayuda de varios amigos no solo para los conciertos en vivo sino también en la grabación de nuestro segundo álbum, en los que la batería está siendo interpretada por Marlon Marañón y Jaime Alzate. También tocan Iván Barrera y El Zurdo. Analiza, puro prohombre local. Con Álvaro siempre va a haber una amistad, lo definitivo lo ignoramos y actualmente no tenemos noticia de él.
CP: Hubo cambio generacional, cambió el mundo, la industria, los gustos. ¿Cómo llegarles a los chicos de ahora, más inclinados a la fiesta, el baile y a la estética electro?
¡Dejad que los chicos lleguen al León! Eso no tiene por qué ser impuesto, ellos simplemente tratarán de satisfacer su necesidad, sus preferencias. Con la Internet hay un verdadero ejercicio democrático ya que el consumidor está expuesto a la ingente cantidad de propuestas musicales que le son brindadas, dándose las garantías para que cualquier banda pueda ser escuchada por cualquier desprevenido, que es ulteriormente lo que necesitamos porque la semilla, según la ley natural de probabilidades, en algún momento deberá tocar tierra fértil y el daño estará hecho. La industria musical como la conocíamos es un animal en peligro de extinción.
¿Cómo piensan mover su propuesta y hacerla rentable?
Alguna vez nos pusimos a pensar en rentabilidad y se paró la vaina cinco años. En este momento, como lo fue en nuestro génesis, pensamos sólo en el contenido, en usarla como medio de expresión, eso nos parece más importante que el destino de la industria o el dinero que podamos conseguir. Además, la música no se escucha menos cuando el modelo de venta falla.
¿Qué creen que falló la primera vez?, ¿por qué no se concretó el gran sueño?
El sueño era tocar y de pronto se nos olvidó, pero ya nos acordamos, pero de pronto se nos olvida otra vez, nadie sabe. Lo que concretamos fue una banda de rock.
Las segundas partes no son buenas, reza la frase de cajón. ¿Están dispuestos a desafiar la regla?
No te podemos asegurar siquiera que la primera lo fue, además El Padrino II estuvo monumental.
SE ACABÓ EL RECESO, VUELVEN A TOCAR
León Bruno se funda en 1997 en el garaje de un edificio del barrio Boston. De entrada el grupo despierta la curiosidad gracias a su sonido fuerte, duro, un extraño poder de seducción y convocatoria que radica en lo directo de su propuesta y en el encanto energético que sale de sus notas. Hay que ver el despliegue de poder que transmite la banda en vivo para experimentar el aluvión que sacude cada una de las fibras de estos muchachos y la pasión que los posee y que desbordan sin mucho esfuerzo, sólo con el motor indomable de un corazón de felino y las ganas de quien está en el lugar indicado, haciendo lo que más quiere en la vida, en este caso, música.
Por eso ahora, tras una ruptura de cinco años, vuelven a tocar.