“Mi devoción por la Virgen del Carmen me salvó la vida”|El Heraldo“Iba con un hermano y un amigo por la 45, cuando de pronto, unos hombres empezaron a dispararnos. Eso era hasta con metra, yo trato de salir, el hermano mío y el acompañante salieron por la parte de atrás y la puerta se cerró con llave, quedé atrapao ahí y de repente le di, le di y ahí mismo grité ¡Ay virgencita linda!... y la puerta se abrió y pude salí sin un rasguño”.
Con su voz cadenciosa y sutilmente ronca que acompaña esa cantadito particular de los guajiros, Enrique Coronado relata uno de sus momentos más difíciles en su vida.
Cuando revive esos tiempos de angustia en la que él y su familia se vieron envueltos en las guerras de la ‘bonanza marimbera’, en su rostro se percibe una pena añeja. De esos tiempos ya no quiere saber nada.
Justo por esa época, en la década de los setenta y comienzo de los ochenta se aferró mucho más a su devoción por la Virgen del Carmen, la misma que le hizo el milagrito de sacarlo con vida de más de un atentado, como lo explica él mismo al narrarnos parte de su historia. Esa misma a la que le pedía con toda su fe, para que terminara de una vez con esa violencia. Por eso, decidió encargar una Virgen de Medellín para instalarla en la sala de su casa.
Arrancaban los convulsos 70s y en honor a su Santa Patrona, a Coronado se le mete en la cabeza la idea de hacer una fiesta, más no una fiesta cualquiera ¡A lo grande! con conjuntos vallenatos, champaña, vino, cerveza, aguardiente y mucho whisky, meseros, picadas y comida en abundancia. Un jolgorio de enormes proporciones, que hace recordar las fantásticas fiestas que narra Gabo en sus novelas.
Una fiesta que con los años se hizo celebre y hoy en día reposa en el imaginario colectivo de toda una generación gracias a su opulencia. El día arrancaba con su respectiva procesión por el barrio El Prado, mientras en la casona de este guajiro se ajustaban los detalles para la fiesta que se prolongaba hasta el amanecer.
Todo sincronizado, la calle cerrada con el aval de la Alcaldía, las tarjetas repartidas a los invitados especiales, por lo general gente prestante de la ciudad, los medallones de oro con la imagen de la Virgen en sus estuches para obsequiarlos, las gallinas, las tortugas, las picadas traídas de Aruba, la decoración, el castillo de pólvora de 10 metros de alto y por supuesto, los conjuntos musicales.
Por las ya míticas fiestas de Coronado pasaron los hermanos Zuleta con los que hasta el día de hoy comparte una gran amistad de la que surge sin prepararlo la emblemática canción La Virgen del Carmen a la que el mismo Coronado y el pueblo colombiano en general han bautizado como el himno oficial del 16 de julio.
“Enrique Coronado nos ha mandado una carta, desde Barranquilla pa’ los hermanos Zuleta, que el 16 de julio yo voy hacer una fiesta, pa’ que vean la virgen en la sala de mi casa”.
De fondo el ronroneo incesante del mar arrulla esta mañana apacible, Coronado apertrechado entre el jardín y la pequeña piscina, rescata de su mente aquellos hechos, que ahora se le hacen un mohín en la cabeza.
“Ya se acercaba el 16 de julio como ahora, y los Zuleta estaban en Bogotá y entonces yo les mandé una notica, que decía que se vinieran pronto, no me acuerdo bien, eso fue como en el setenta y pico y de pronto Emilianito se despachó con esa canción gracias a la notica, y quién iba a pensar que ahora suena todos los años, en todas partes y en varios países, fíjate que a mí me llaman de Miami, de Chile, a poneme la canción ”.
Para Enrique, a sus 73 años de edad este suceso extraordinario es algo que todavía lo llena de orgullo y satisfacción, que su nombre sea cantado por miles y miles de colombianos y sobre todo que que sea una veneración a su patrona.
Recuerda que esa devoción la heredó de su padre porque desde pelao, se escapaba de su casa en Santa Marta para irse a las fiestas de la Virgen lejos de su barrio.
Aquel niño de escasos 10 años, con el escapulario pegado en el pecho y una férrea fe algo inocente. Aún después de una guerra, de unas duras pérdidas y una estancia en el presidio, todavía conserva su fe. El mismo sujeto de las fiestas inolvidables, el fulano de tal al que todos tararean el nombre en una canción ambivalente, parrandera y religiosa, también compuso su propia canción a la Virgen“El 16 de julio para mí es sagrado, ese día Enrique Coronado, le hace la fiesta a la Virgen del Carmen” Una canción que fue grabada por Los Betos y que no tuvo el mismo impacto que la canción de Emilianito. Para Enrique Coronado, el milagro que La Virgen hizo en su vida, es que aún luego de todos los escarceos de la muerte, que estuvo muchos años rondando cerca a su puerta. Enrique Coronado sigue vivo “Y así es un hombre sin preocupación, porque, es la virgen de su devoción”.
Cómo nació este homenaje
Esa canción nace porque desde la vieja Sara que era devota de la Virgen del Carmen, hasta mi papá, Poncho, toda mi familia es devota de la Virgen y como mi mamá se llama Carmen, se me ocurrió componerle una canción a la Virgen. Mi amigo Enrique Coronado hacía unas parrandas en Barranquilla, nosotros íbamos, tocábamos y, bueno, estábamos en Bogotá y él mandó la carta diciendome que puso en la sala de su casa una Virgen bien bonita y así nació la canción.
Por Carlos Polo