jueves, 21 de julio de 2011

No todos los días se cumplen 108 años, y se sonríe para contarlo | El Heraldo


No todos los días se cumplen 108 años, y se sonríe para contarlo | El Heraldo

Ana Vicenta Gómez Escobar vive en el barrio Paraíso, y pasa sus días sentada al pie de una ventana. Ella siente la textura de los hilos con que teje cada uno de sus pensamientos, una maraña enorme que reposa en el anecdotario acumulado de sus 108 años recién cumplidos.

Ana nació un 19 de julio, un día antes de la celebración de nuestra Independencia. Festejo que le trae a la memoria los años escolares, la banda de músicos, las banderas y el patriotismo de aquellos tiempos.

Al fondo, un Sagrado Corazón que no es precisamente “el más feo del mundo”, como diría Gonzalo Arango, la acompaña en su contemplativa placidez. Ella sueña despierta, ensimismada en otra época.

Ana nació en 1905 en el municipio de Baranoa. Como buena campesina, sigue añorando los olores del monte, el rocío mañanero y los animales.

Quizás a esa vida campesina, alejada del bullicio, los azares de la gran ciudad y los excesos, se deba en parte su gran longevidad.

No es privilegio de muchos llevar un siglo a cuestas, con todas sus luces, maravillas y sobresaltos.

Ana no tiene idea de las otras ventanas y portales que hoy remolcan este mundo. Para ella Google, Facebook y Twitter no significan nada, de los únicos trinos que da cuenta su mente son los del mochuelo o las notas mañaneras del sinsonte, con los que despertaba en su natal Baranoa.

A Barranquilla se vino para brindarles una mejor educación a sus hijos, exactamente en el año de la muerte de Gaitán, o por lo menos eso es lo que cree recordar.

A pesar del temblor involuntario en su mandíbula, de haber perdido la vitalidad de sus músculos, de la soledad que produce el paso del tiempo y la inevitable pérdida de los seres amados, Ana todavía sonríe.

Dice que le sobran razones para amar la vida: los partidos de fútbol que la entretienen, el sabor de un róbalo bien adobado, el bollo de angelito, el afecto de sus familiares, que el día de su cumpleaños le regalaron serenata, torta y un sinfín de llamadas.

Ella sueña con sus ánimas, que se le acercan entre la calina nocturna para conversarle, nos cuenta entre risas, mirando hacia fuera, hacia el mundo que sopesan sus ojos, que todos los días, como un milagro, vuelve a ocurrir frente a su ventana.

Por Carlos Polo

2 comentarios:

  1. Con la tecnología y el sinnúmero de documentales que transmite Discovery Channel uno ve la historia cada vez más lejana y ajena al presente. Por eso me sorprende siempre encontrar a personas tan longevas en esta vida con una sonrisa misteriosa como si ya todo lo supieran.

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  2. Qué bueno poder llegar a esta edad y lo mejor, con una sonrisa en el rostro. Buen artículo. Invito a mi blog: www.baulpolisemico.blogspot.com

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