sábado, 17 de junio de 2017

Canción de cuna de un nihilista recalcitrante



No vine a este mundo a agachar la cabeza, a obedecer, a alienarme, a convertirme en otro autómata enrolado en la pantomima colectiva. No vine a este planet blue, a dejarme moler por la fábrica de cortar tontos, porque si no quieres, si tú no estás dispuesto, a ti no te cortan a pedacitos. No he venido a esta cloaca interestelar, a bajar la mirada, a quedarme callado, a dejarme uniformar…. No escribo para posar de intelectual o de poeta, hace mucho tiempo que descubrí que soy alérgico a esos rótulos… No escribo para levantar niñas lindas, para parecer interesante, aunque tenga claro que a muchos, esta pose de intelectualoide de poca monta, les ayuda con su maltrecha autoestima. No escribo para hacerme millonario, para comprar los zapatos de moda o el juguetico electrónico de última generación o el carro último modelo, porque tengo más que claro, que tratándose de nuestra madre patria, es más sencillo y más directo este fin, si te metes a traqueto, o si te vuelves bandido de cuello blanco… No escribo para que mis amigos me quieran más, o para que me odien un poco menos… Escribo porque lloré tres veces antes de nacer, porque soy mayor que mi padre… porque cuando yo apenas era una semilla mi viejo se bajó de este mundo. Escribo por supervivencia, porque no sé hacer otra cosa, porque me aliviana la carga, porque escribiendo, el mundo que llevo dentro duele un poco menos. No vine a esta vida a servir intereses mezquinos, a sentirme superior, a mirar a nadie por encima del hombro. No vine al mundo a convertirme en sátrapa, déspota o cipayo… Tampoco escribo, como sé que hay muchos que posan de escribidores, para humillar, para maltratar a nadie… No vine a este huevo redondo, a esta atracción orgánica, a convertirme en un poca gente, en un mal ser humano,  en amigo del árbol que da más sombra, en amigo del fruto podrido, del acomode, del interés. No vine a este mundo para no poder mirarme al espejo y tampoco poder atajar el miedo, ese que se les desparrama a borbotones a los perpetuadores de la frivolidad. A los fraudulentos, a esos mentirosos que saben de maravilla mentirse a sí mismos todos los días, mientras se aplican el desodorante y la espuma de afeitar. No vine a este mundo a ser marioneta, ni títere, ni mandadero de nadie, o servir a intereses oscuros. No escribo para humillar a nadie, ni para sentirme mejor, ni superior a ninguno. No escribo para competir, ni para levantarme a la vecina o  a la grupie de moral confundida. Escribo porque me rasca el alma, porque mi vida ha sido un blues solitario tronando en una esquina abandonada. No escribo para escalar, para trepar, para alimentar el arribismo, la discriminación y la conveniencia. Escribo porque me alivia ese dolor que vino conmigo desde vidas pasadas, desde que fui juglar, rapsoda, griot,  palabrero. Desde que frente a la caverna y al lado del fuego, le contaba historias a la tribu. Escribo porque si no lo hago me mata el aburrimiento, escribo para evitar el suicidio, porque conozco el poder del Patos, del Logos, porque el universo primero fue palabra en la mente del que todo lo hizo y para crear este mundo tuvo que nombrarlo. Escribo por ese prístino:“hágase la luz”. Porque la palabra es poder, porque es espada, fuego. Porque es las tres puntas filosas de una botella rota, porque es puñal, cuchilla; ardor de medianoche, arcoíris, beso, almíbar; terrón de azúcar; sexo femenino húmedo y dispuesto, un  pájaro en llamas surcando el cielo… No vine a este mundo a sucumbir ante la idiotez global o ante la parrafada de los autoritarismos que los hay de todo tipo y en cualquier charco… Vine a desenmascarar papanatas, de esos que pululan haciendo la parodia del artista… De esos que por corazón tienen un signo pesos y en la solapa de su camisa se puede leer el miedo, el mismo que por filosofía y régimen alimenticio, esparcen como semilla, como palomitas de maíz que revientan y revientan al calor de los días. No escribo para mendigar unos cuantos Like en FB, no escribo para que me repliquen en 140 caracteres, porque no me interesa resumir al mundo y ni mucho menos a los miles de mundos que habitan esta cabezota. Estoy aquí con los dientes apretados, mascando un pedazo del cosmos y ese milagro, solo me es permitido, porque lo que he dicho, lo he dicho con el corazón, con los huevos, con cada una de mis vísceras. Porque un día el destino tocó a mi puerta y me asignó la tarea de convertirme en perseguidor del antiquísimo oficio de contar historias. Si en lo que dejas regado en el papel no hay sangre, no huele a sudor, no está presente el semen, el agrio sabor del dolor, no está implícito la sal de tu mar interior, es mejor que te dediques hacer dinero y a las relaciones públicas amigo mío. Porque el verdadero llamado no es para los perfectos hipócritas que le roban el alma a este noble oficio y lo embadurnan con su mierda. 

Steppenwolf - Born To Be Wild

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