No vine a este mundo a agachar la
cabeza, a obedecer, a alienarme, a convertirme en otro autómata enrolado en la
pantomima colectiva. No vine a este planet
blue, a dejarme moler por la fábrica de cortar tontos, porque si no
quieres, si tú no estás dispuesto, a ti no te cortan a pedacitos. No he venido
a esta cloaca interestelar, a bajar la mirada, a quedarme callado, a dejarme
uniformar…. No escribo para posar de intelectual o de poeta, hace mucho tiempo que
descubrí que soy alérgico a esos rótulos… No escribo para levantar niñas
lindas, para parecer interesante, aunque tenga claro que a muchos, esta pose de
intelectualoide de poca monta, les ayuda con su maltrecha autoestima. No
escribo para hacerme millonario, para comprar los zapatos de moda o el
juguetico electrónico de última generación o el carro último modelo, porque
tengo más que claro, que tratándose de nuestra madre patria, es más sencillo y
más directo este fin, si te metes a traqueto, o si te vuelves bandido de cuello
blanco… No escribo para que mis amigos me quieran más, o para que me odien un
poco menos… Escribo porque lloré tres veces antes de nacer, porque soy mayor
que mi padre… porque cuando yo apenas era una semilla mi viejo se bajó de este
mundo. Escribo por supervivencia, porque no sé hacer otra cosa, porque me
aliviana la carga, porque escribiendo, el mundo que llevo dentro duele un poco
menos. No vine a esta vida a servir intereses mezquinos, a sentirme superior, a
mirar a nadie por encima del hombro. No vine al mundo a convertirme en sátrapa,
déspota o cipayo… Tampoco escribo, como sé que hay muchos que posan de
escribidores, para humillar, para maltratar a nadie… No vine a este huevo
redondo, a esta atracción orgánica, a convertirme en un poca gente, en un mal
ser humano, en amigo del árbol que da
más sombra, en amigo del fruto podrido, del acomode, del interés. No vine a
este mundo para no poder mirarme al espejo y tampoco poder atajar el miedo, ese
que se les desparrama a borbotones a los perpetuadores de la frivolidad. A los
fraudulentos, a esos mentirosos que saben de maravilla mentirse a sí mismos
todos los días, mientras se aplican el desodorante y la espuma de afeitar. No
vine a este mundo a ser marioneta, ni títere, ni mandadero de nadie, o servir a
intereses oscuros. No escribo para humillar a nadie, ni para sentirme mejor, ni
superior a ninguno. No escribo para competir, ni para levantarme a la vecina o a la grupie
de moral confundida. Escribo porque me rasca el alma, porque mi vida ha sido un
blues solitario tronando en una esquina abandonada. No escribo para escalar,
para trepar, para alimentar el arribismo, la discriminación y la conveniencia.
Escribo porque me alivia ese dolor que vino conmigo desde vidas pasadas, desde
que fui juglar, rapsoda, griot, palabrero. Desde que frente a la caverna y al
lado del fuego, le contaba historias a la tribu. Escribo porque si no lo hago
me mata el aburrimiento, escribo para evitar el suicidio, porque conozco el
poder del Patos, del Logos, porque el universo primero fue palabra en la mente
del que todo lo hizo y para crear este mundo tuvo que nombrarlo. Escribo por
ese prístino:“hágase la luz”. Porque la palabra es poder, porque es espada,
fuego. Porque es las tres puntas filosas de una botella rota, porque es puñal,
cuchilla; ardor de medianoche, arcoíris, beso, almíbar; terrón de azúcar; sexo
femenino húmedo y dispuesto, un pájaro
en llamas surcando el cielo… No vine a este mundo a sucumbir ante la idiotez
global o ante la parrafada de los autoritarismos que los hay de todo tipo y en
cualquier charco… Vine a desenmascarar papanatas, de esos que pululan haciendo
la parodia del artista… De esos que por corazón tienen un signo pesos y en la
solapa de su camisa se puede leer el miedo, el mismo que por filosofía y
régimen alimenticio, esparcen como semilla, como palomitas de maíz que
revientan y revientan al calor de los días. No escribo para mendigar unos
cuantos Like en FB, no escribo para que me repliquen en 140 caracteres, porque
no me interesa resumir al mundo y ni mucho menos a los miles de mundos que
habitan esta cabezota. Estoy aquí con los dientes apretados, mascando un pedazo
del cosmos y ese milagro, solo me es permitido, porque lo que he dicho, lo he
dicho con el corazón, con los huevos, con cada una de mis vísceras. Porque un
día el destino tocó a mi puerta y me asignó la tarea de convertirme en
perseguidor del antiquísimo oficio de contar historias. Si en lo que dejas
regado en el papel no hay sangre, no huele a sudor, no está presente el semen,
el agrio sabor del dolor, no está implícito la sal de tu mar interior, es mejor
que te dediques hacer dinero y a las relaciones públicas amigo mío. Porque el
verdadero llamado no es para los perfectos hipócritas que le roban el alma a
este noble oficio y lo embadurnan con su mierda.
Crónicas, poemas, cuentos, reseñas, reflexiones, la vida, la urbe...Simplemente historias
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