Fragmento del primer capítulo de la novela inédita "Los acechos"
La araña
(La vendetta)
Las tarántulas son animales solitarios
debido a su profundo sentido territorial y a su natural tendencia al
canibalismo. La tendencia general en su comportamiento es vivir aisladas en sus
madrigueras y utilizar la noche para cazar cuando el hambre apremia…
Ángel Bárcena saca un Marlboro del paquete recién
comprado que tiene en la mesa junto a un grupo de botellas de cervezas vacías
amontonadas en la mitad. Con su mano derecha
hace un gesto para que le traigan otra cerveza, toma el cigarrillo entre
sus dedos, lo golpea levemente contra la
mesa y lo enciende. Deja que el humo baje por su tráquea mientras complementa
su rito engullendo un trago generoso de la cerveza que le acaban de servir. Menea
la cabeza, las piernas y sus caderas al compás festivo de la música tropical
que zumba a altos decibeles en el local. Es viernes, su día preferido, aunque
la noche apenas comienza a tomar forma como a él le gusta, siente en su
interior que este no es un viernes ordinario. Mira sus zapatillas, su jeans y
aspira con deleite el olor de su camiseta, ese olor a nuevo, a estrene, que
tanto le gusta a las niñas. Regularmente Ángel se enamora los viernes, sobre
todo si sus negocios van viento en popa, porque eso quiere decir que tiene un
buen paquete de coca encima y la cartera
responsable para gastar como se le antoje y con quien se le antoje. En el
ambiente duro de la ciudad, las cosas se vienen poniendo calientes, combos
nuevos apretando para ganar territorio, nuevos ‘mágicos’ ofreciendo servicios a
mejor precio, caletas que se caen, nuevos fumaderos que se estrenan y unos
cuantos nuevos ‘soldaditos’ azarosos que desconocen todo tipo de reglas, de
códigos, asoman la trompa donde no les importa. Este fue el informe detallado
que le llevó justo ayer al coronel Mendieta. Como encargo especial le toca
ubicar a un combo que coronó un par de bancos y ese cruce no estaba autorizado.
Pensó que los tipos deben ser unos novatos que no saben que La firma es la que manda en la city y esa bravura les va a durar hasta que La firma
los ajuste y los llame a relación. En fin ya movió un par de cositas,
hizo un par de llamadas y está en la jugada como una mosca, como lo que es, y
siempre ha sido, un jugador doble que trae y lleva, que echa pa’ lante su
negocio, “la información”. Ángel tien
claro que exactamente no es un miembro activo dentro de La firma, sin embargo a él le encanta
jugar la idea, presumir un poco con el
asunto para ganar respeto entre la gente, las chicas lo miran de otra forma y
como dice la canción “total, las palmas son
más altas y los puercos comen de ellas”.
Juan Luis Guerra 4.40 - Como abeja al panal
Se levanta de la
mesa, bailotea un poco en una sola baldosa con la cerveza en una mano y con la otra se sujeta los huevos como
miediemdo su peso, mientras apreita sus labios y cierra los ojos al terminar la canción, se enfila con
dirección al baño.
El lugar aún no se encuentra del todo lleno y su paciente
espera ya rindió sus frutos, la mosca ya se encuentra en la red. Lleva poco más
de dos horas observando, no perdiendo detalle, esperando el momento justo, que
no puede ser otro más que este. Se levanta de su estratégico puesto y se dirige
al baño, entra, no asegura la puerta hasta que no está completamente convencido
que nadie se acerca. Su presa ensimismada aspira dos largas líneas de coca utilizando un billite de cincuenta mil que ubica con extremo
cuidado en sus fosas nasales en estricto orden, primero la derecha luego la
izquierda y por último introduce un dedo en el paquete y se lo lleva a la boca
frotándolo contra sus dientes.
En tres trancos largos y certeros se pone al lado de su
presa, la mira directo a los ojos, acerca el cañón y lo acomoda justo en la
mitad de las cejas manteniendo rígida su Taurus calibre 9 mm, acoplada con dos
cargadores, miras fijas, una capacidad de munición de quince más uno y un peso
liviano de escasos 0.9640, preparada con su respectivo silenciador. Se alimenta
un segundo del miedo y la angustia que chispean en esos ojos turbios y oprime el
gatillo, la cabeza de Bárcena se sacude con fuerza hacia atrás y el cuerpo cae
inerme generando un sonido seco y contundente al chocar de pleno contra la blanca baldosa. Del bolsillo de su pantalón
holgado saca un frasco mediano, lo destapa y justo encima del cardenal
sanguinolento que dejó la pólvora y el plomo en la frente de la presa, deposita
una tarántula adulta de gran tamaño, que al verse libre, empieza recorrer el
rostro de Bárcena. Con cabeza fría y una diligente tranquilidad, abandona el
baño a paso firme, como si nada, alcanza la salida, continúa con el mismo paso
despreocupado, gira en la esquina, sube a la moto estacionada a un lado del andén
y con la misma tranquilidad como quien va de paseo, se ajusta el casco
protector, acomoda el chaleco reflectivo encima de su buzo gris y se pierde en
la noche del viernes llevando a sus espaldas una luna narcótica y borracha que
lo sigue en lo alto del horizonte colgada como un farol. Una bola blanca y silenciosa que parece enseñarle una sonrisa generosa y cómplice.
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