Veinte años han pasado y en mi estéreo siguen
metrallando las mismas canciones y los mismos héroes que me acompañaban
aquellos aciagos días. Veinte años ya y algunos seguimos danzando sobre el
cadáver insepulto del rock and roll. Dos décadas y Boyle se caga en nuestra
cara y nos restriega con saña esta secuela de la nostalgia que nos termina de
dejar malheridos, que llegó para recordarnos que no fue fácil tirarse del
mundo, que la pelotita siguió a toda marcha como un
caballo salvaje y desbocado, mientras nosotros, que juramos no envejecer,
dejamos de cantarle a la noche y empezamos a andar más despacio, como esa misma
puta película que me golpeó en la cara, no como la primera vez, sino con la
roída y putrefacta pretensión de lo inevitable. Veinte años ya y algunos
seguimos acá, igual de cansados que Spud, que Sick Boy, que Renton y que el
mismo Begbie, dejándonos crecer la desazón, el descontento y las hebras plateadas
que saltan de nuestras cabezas. Veinte años y el puto Welsh permite esta
puñalada… será mejor quedarnos bailando como Rent Boy en un cuarto con acceso
al infinito atrapado en una vieja cápsula del tiempo...
Crónicas, poemas, cuentos, reseñas, reflexiones, la vida, la urbe...Simplemente historias
jueves, 25 de mayo de 2017
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