viernes, 26 de mayo de 2017

Una chaqueta totalmente recubierta de metal

Uno de los cuentos del libro "Rapsodia para reclutas asustadizos". Libro ganador  del Concurso Nacional de Cuentos UIS 2009.


Por ese pan de comer y el suelo para dormir.
Registro para nacer, permiso para reír.
Por dejarme respirar y por dejarme existir.
Dios le pague.
Chico Buarque

CONSTRUCTOR
Su mujer le entregó el portacomidas, como siempre lo besó tímidamente y aprisa porque necesitaba terminar de atender a los pequeños, éstos se enredaron en sus piernas queriendo retenerlo. Él, le obsequió un par de besos en las mejillas, se despidió maquinalmente y emprendió el camino por las sólidas calles de concreto y el sábado lo acaricio en la cara con una brisa mágica. Entró en la construcción con su dejo de náufrago irredimible. A la hora del almuerzo recordó los ojos de su mujer, sonrió como un pájaro mientras comía y esperó plácido y tranquilo el momento en que el andamio volviera a elevarse por los aires. La comida para él, es como una danza que se practica con todos los sentidos, mientras mastica la carne enredada en su boca, tararea una canción indefinida en voz quebrada, sin tener en cuenta el público improvisado que no lo escucha, que no presta atención a sus notas atravesadas que esquivan el tráfico imposible. Eleva sus ojos al cielo agradeciendo con respeto el buen día, el sol, el trabajo, el amor, sus hijos… la vida.
FUNDIDO A NEGRO

FULL METAL JACKET
Mis dimensiones exactas asustan a los burócratas encorbatados de la OTAN. 7,62 es mi calibre, y un sólo cartucho mío pesa escasos veinticuatro gramos, mido veintiocho coma ocho mm de largo, mi núcleo es de plomo sólido y peso exactamente ocho coma tres gramos, vuelo en espiral mordiendo en círculos, y el ánima que me expulsa posee 12” de paso para mayor precisión, cargo una chaqueta totalmente recubierta de metal.
Soy herida, venganza, guerra, revolución, represión, salvación, lágrimas estallando en la noche, mis caricias son ensayos de la muerte, un beso mío contiene la sal voluptuosa del dolor, golpeo y destruyo. No tengo amo ni dueño, soy mercenaria, me brindo como cualquier meretriz al primer postor, mi cuerpo es de plomo, mi alma es estaño y la pólvora me enciende, fui fabricada para incapacitar al enemigo, sin embargo no encuentro ningún reparo en matar, cuando silbo por los aires provoco plegarias y rezos. En este sábado ordinario, justo a esta hora, la hora del almuerzo, el cañón corto me vomita y vuelo con mis colmillos preparados buscando una presa.
GALIL SAR
Nací para el asalto, el combate es mi hogar, mi estructura permite movimiento y acción con facilidad, soy un lujo en el desierto y en la jungla, me muevo como un pez en el agua en los ambientes áridos, soy resistente a la arena y al fango, mi patria es Israel, provengo de una raza guerrera por naturaleza, mi pariente más cercano es conocido en todo el globo y su nombre provoca chispas en los ojos de los guerreros, “Kalashnikov”, se reza el nombre como un credo pagano y se dice por ahí que este es mi primer ancestro. Mi anatomía uniforme me ha regalado la aprobación directa de los verdaderos entendidos, peso cinco kilos exactos, ideales para el combate en terrenos difíciles, escupo en ráfagas y tiro a tiro uno a uno cada proyectil. Yo soy el único que lo sé, todos andan confundidos, cada teoría lanzada por ahí es una vulgar imprudencia, un simple chiste mal organizado para despistar a los fiscales, una distorsionada estupidez, es tan sencillo como que el soldado X se aturdió, inclinó demasiado mi cañón hacia arriba, en medio del traqueteo, el pobre soldado agitado por los nervios, no se enteró siquiera a donde fue a parar mi escupitajo de plomo, ni él mismo sabe a ciencia cierta qué sucedió en realidad.

FLASHBACK
SOLDADO X
No entiendo por qué no se me sale de la cabeza de una buena vez, por qué precisamente a mí me ha afectado tanto este trágico accidente, si disparamos muchos, más de la mitad de la compañía, sin contar a los dragoneantes y a los cuadros. Saco mis cuentas a la ligera y me encuentro con que disparamos más de doscientos esta tarde. La mañana arrancó tranquila, nadie se esperaba semejante desgracia. Cuando mi teniente Balza o “Pollo ronco” como lo llaman en el batallón gracias a su particular timbre de voz, detuvo de improvisto el polígono, no imaginamos siquiera la clase de problema que… Pero es que… Todo esto es una absurda locura.
Bueno, no es ningún secreto que detesto hacer polígonos, me aturde, me pone nervioso todo ese retumbar de los fusiles, el sol en los ojos, el polvo, el olor de la pólvora, las voces de mando, el calor, los nervios… De repente mi teniente y los cuadros mandaron a cambiar las posiciones de tiro, así, a las correndillas, todo el personal corriendo de acá para allá. La súbita visita de los fiscales… midiendo cada centímetro con lupa, cada ángulo de tiro, la barrera, la ubicación de los puestos de fuego, preguntando desconfiados, eligiendo cada soldado al azar en un acelere descontrolado, voces de mando, cambio de posiciones, fiscales preguntando, interrupción del polígono ¿Qué es lo que sucede? Que si las medidas de seguridad tal, que pascual, que simón. Luego las terribles bromas de las demás compañías. Gritándonos con sorna idioteces sin sentido. No entiendo cómo nos vamos convirtiendo en estos pedazos de roca indiferentes, porque a la final todo nos termina resbalando, así, sin más. Mi teniente Balza cuidando su pellejo, detrás de él se cierne la terrible sombra del retardo de grado, “mi coronel ni hablar”, el comandante de la compañía muerto del susto. Y el triste y célebre comentario burlón en cada uno de los pasillos, así, como si nada, entre chanzas y risas, como si la vida no costara un peso.
CONSTRUCTOR
Se acercó a su mujer con un paso tímido, se besaron aprisa como siempre, enredó los labios en las mejillas de sus hijos, se despidió como un sábado atrapado en un portacomidas monótono, emprendió maquinalmente la caricia de sus pies por las calles, obsequió una risa mágica a la brisa del día, entró irredimible en la construcción con los ojos de su mujer bailando en su mente, adivinando un dejó de despedida largo y solitario. Sonrió al andamio cuando lo transportaba al cielo, comió como un pájaro tarareando tranquilo. Un silbido musical como la muerte retumbó por los aires, bailó con todos sus sentidos el dolor que atravesó su carne, con su voz quebrada susurró una oración indefinida, elevó su voz al cielo y con respeto pidió por su vida, practicó en ese momento el más devoto sentido religioso, mientras los estallidos que provenían del batallón cesaron, voló por los aires vomitando el almuerzo, maldijo lo imposible que resulta morir de esta manera absurda, desparramó todo su amor en medio del tráfico, se llevó consigo su último sol, el recuerdo de sus hijos, su mujer y lo mejor su vida.
ELIPSIS
SOLDADO X
¿Han pasado cuánto? ¿Tres meses quizás? Todavía no me abandona la imagen del obrero tendido en el piso, una muerte inútil en un sábado festivo cualquiera, aunque no pudimos verle siquiera, aún me pregunto ¿Qué sucedió? Lo mejor es que desde ese malogrado día se suspendieron las prácticas de tiro. Hoy precisamente se reanudan, por allá en las canteras, a las afueras de la ciudad ¿Cómo ese desgraciado proyectil atravesó la barrera? ¿Qué pasó con las medidas de seguridad de siempre? ¿Fueron tomadas al pie de la letra? ¿Cuál de nosotros tenía el destino marcado? Enrolarse precisamente para matar de esta estúpida manera a este triste sujeto. Una muerte injustificada que ni siquiera se dio en combate ¡Valiente gracia! Los fiscales no han logrado esclarecer nada, por lo menos las otras compañías se han olvidado de gritarnos ¡Mata obreros! El chiste resultó tan cruel que no sobrevivió una semana ¿Ese pobre tipo tendría mujer? ¿Hijos? ¿Estaría enamorado? ¿De qué condenado fusil se escaparía la mortal bala? A lo mejor soy el único de la compañía Bravo que todavía recuerda el incidente y que se pregunta de corazón ¿Seré yo maestro? Prefiero no saberlo.

Crédito tema: Construcción, de Chico Buarque (en español)

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